Sólo en un país como el nuestro puede a alguien ocurrírsele realizar un Taller con dinero público para enseñar a los jóvenes a masturbarse. A mí, para empezar, cada vez que alguien me habla de un taller pienso en el coche, no desde luego en esa especie de montaje pseudo-docente, que se supone que por llamarse taller ha de tener contenido práctico.

Este Taller para las Manolas, que ignoro si tendrá sesiones practicas y tutorías personalizadas, trata según parece sobre contenidos “afectivo-sexuales” y pretende que sirva
como prevención ante el embarazo no deseado (con el sencillo sistema de cambiar polvos por pajas) y, dicen, contra la desigualdad en las relaciones (se supone claro que una gallarda por otra es un empate, y si el caso es para solitario auténtico sabemos desde Parménides que ante Lo Uno no hay desigualdad).

Doy por sentado que cualquier padre/madre de los chavales de 13 a 17 a quienes va dirigido el taller estarán encantadísimos de que les enseñen a usar las bolas chinas o los vibradores. Creo que es muy positivo. De hecho, deberían ampliar el plan de ZP y además de dar un ordenador a cada alumno/a regalar un juego de bolas chinas y un consolador al chavalerío.

Como tan acertadamente resalta la presidenta del Consejo de la Juventud de Extremadura este Taller para las Gayolas mejorará la autoestima y la asertividad al tiempo que hará entender a los infantes e infantas que el sexo es también una forma de comunicación humana (en este caso es comunicarse uno consigo mismo).

A mí lo único que me toca un poco los cojones de todo esto no es el dinero gastado, ni la campaña de “y tú más” de las diversas facciones políticas, ni siquiera el estúpido lenguaje que se utiliza alrededor de todo este asunto; lo que me molesta es que parece que ahora hacerse una paja es una cuestión de manual, algo intelectualizado, cuando siempre ha sido una cuestión de instinto y de impulso.

De vez en cuando, al oír alguna papanatada de nuestros representantes políticos o administrativos pienso “más gilipollas no se puede ser”. Siempre me equivoco. Siempre ocurre algo más gilipollesco. Porque si todo esto es de una imbecilidad notable se alcanza el grado de idiocia absoluta con el comentario de que la masturbación previene el embarazo no deseado. Claro, todos lo sabemos, cuando uno o una aprende a masturbarse bien, pero bien, bien, bien, se queda con eso y no busca un “vis a vis”. No te jode.

Con un poco de suerte alguien inteligente, que sea presidente de algo, pensara dentro de poco en hacer un taller para aprender a orinar. Por supuesto, con perspectiva de género, para que así, los tíos se den cuenta de la agresión tan grave que puede suponer mearse fuera del tiesto.