Hoy, tras casi tres días agónicamente tumbado en el lecho del dolor debido a una lumbalgia, he hecho el muy masculino esfuerzo de bajar al bar a almorzar y a leer el periódico: unos sabrosos espaguetis recién hechos y unas noticias insulsas y frías como unas tostadas de ayer.

El principal titular que ha fastidiado mi digestión ha sido éste: “La Junta ve en la bicicleta una palanca para el cambio de modelo productivo”, excretado por el inefable talento político de la Consejera de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía, Doña Elena Cortés.

Ni que decir tiene que esto me ha hecho recordar aquellas aleladas medidas de Zapatero, de aciago recuerdo; aquello, por ejemplo, del Plan E, que consistió en levantar las aceras de media España para recolocarlas después con los mismos defectos que ya tenían o quizá añadiendo alguno nuevo. Otra vez, como si se tratará de una moviola se pretende fundamentar la esperanza de un cambio de modelo productivo en Andalucía sobre el Plan Andaluz de la Bicicleta como ya antes se hizo con la Sostenibilidad, y de nuevo, por tanto, nos ponemos frente al insulso cacareo de estos narcotizadores de lo político.

El Plan será financiado en un 75% por la Junta de Andalucía, con una inversión de 421 milloncejos de euros en los próximos 7 años, para completar 5139 kilómetros de vías ciclistas; el 25% restante lo tendrán que aportar los ayuntamientos, aunque eso sí con un ojo puesto en Gamonal. El Plan Andaluz de la Bicicleta es la más palpable demostración de que una buena parte de nuestros políticos están tan adentrados en el camino de la estupidez que no encontrarán la ruta de salida por más que construyan 5000 kilómetros más de carreteras, caminos o bulevares cada semana.

Construir un carril-bici genera según Doña Elena un 31% más de empleo que construir una carretera. A lo mejor es verdad, pero me gustaría conocer de dónde sale un dato de tan beocia apariencia. En cualquier caso ya han decidido que los 421 millones generarán 15000 empleos, sumando directos e indirectos. Santa palabra.

En cuanto a la afirmación consejeril de que el uso de la bici reducirá la dependencia energética me ha recordado a aquel argumento que se utilizó hace tres o cuatro años para defender la utilidad y conveniencia de realizar un taller educativo para adolescentes sobre asunto tan social y necesitado de formación como las pajas: la masturbación reduce el embarazo no deseado. Y esto pues suena más o menos a lo mismo, a onanismo político.

Esta nueva estrategia de la bicicleta, que a buen seguro nos salvará de futuras enfermedades cardiovasculares, tiene la ambición de que el 10% de todos los desplazamientos que se realizan en Andalucía se realicen en dos ruedas y por la pura tracción animal de sus ciudadanos.

Doña Elena, a quien lo cortés no quita lo valiente, puede afirmar sin empacho que “la bicicleta no es ya el medio de transporte de los tiesos” porque “la revolución de la bicicleta es posible aquí y ahora”, porque “no hay inversión más eficiente en el campo de las infraestructuras”: por ello, ya para este 2014 hay presupuestados 18 revolucionarios millones de euros. Los andaluces ya nos vamos acostumbrando a tener una revolución cada 15 días; ahora toca de nuevo el moderno y conceptual peón de la movilidad apoyado lateralmente por el no menos moderno y desde luego igual de conceptual peón de la sostenibilidad.