Publicada póstumamente, en 1944, “Die Schachnovelle” fue la última novela de Stephan Zweig, que se suicidó junto a su segunda esposa, Lotte Altmann, poco después de terminarla.

Stephan Zweig (Viena, 1881-Petrópolis 1942), judío acomodado, creyó que los nazis se alzarían con la victoria en la guerra y no pudiendo soportar la idea de vivir en un mundo dominado por ellos, y angustiado e inundado por el pesimismo, puso fin drásticamente a su vida.

La narración se desarrolla, de Nueva York a Buenos Aires, a bordo de un transatlántico, y únicamente salimos de él para abordar el pasado de, brevemente, Mirko Czentovic, campeón del mundo de ajedrez, y, con mayor amplitud, del Señor B. El tiempo cronológico de la novela se ve interrumpido por el flashback.

Nos habla esta breve novela de cómo aquello que se nos aparece como una probable vía de escape puede suponer finalmente un pozo más profundo aún que aquél del que hemos escapado antes. Y nos habla también de la posibilidad de deterioro psicológico ante la adversidad, de lo delicado de nuestro equilibrio mental.

A través de la historia del Señor B., de un paseo por el interior de este personaje, huido de Europa tras escapar de la Gestapo, se somete aquí a nuestra consideración la complejidad del ajedrez y la complejidad de la mente y…, y algo más.

El Señor B., tras un tiempo de reclusión y de interrogatorios, sometido a una torturadora soledad que todo lo ocupa, encuentra accidentalmente un libro de ajedrez y encuentra, asimismo, el arrojo suficiente para robarlo. Gracias a ese libro consigue huir del aislamiento al que es sometido para adentrarse en un aislamiento interior, más férreo aún, a través del ajedrez. Y, a partir de ese momento, el ajedrez le ayudará a resistir, a evadirse mentalmente, hasta tal punto que su obsesión será el juego y no el cautiverio.

El ajedrez, el juego-ciencia, salva al Señor B. de su situación en un vacío ilimitado, de la terrible falta de estímulo intelectual que lo va destruyendo. Tras replicar una y mil veces las partidas del libro, el señor B. empieza a jugar contra sí mismo, en una operación imposible, pues “si una misma persona juega con las blancas y con las negras, se produce entonces una situación incongruente, en donde un mismo cerebro ha de saber y al mismo tiempo no saber” trazando con ello el camino de su propia esquizofrenia. Somos testigos del incesante monólogo interior de B. y de su descenso al infierno. La disociación a la que el Señor B. se entrega jugando contra sí mismo, ahora con blancas, después con negras, planteando estrategias y movimientos tácticos para vencerse a sí mismo acabará por convertirse en una neurosis obsesiva, acabará por generar en él un desequilibrio de mayor intensidad que el producido por la acción de Gestapo, hundiéndole, finalmente, en sus propias tinieblas.

Frente al Señor B., y como contrapunto, Czentovic. Ante el semimágico tablero de 64 escaques, que une a los contendientes y los separa al mismo tiempo, se desarrolla una partida entre la caballerosidad y el dinero, entre lo intelectual y lo material, entre la cultura y la opulencia del poder.

Afirmaba arriba que la novela tiene un algo más. “Novela de ajedrez” es, por encima de todo, una gran metáfora, la honda metáfora de una Europa en la que el nazismo se eleva como dominante protagonista. El nazismo como enfermedad de Europa, como esquizofrenia de una Europa que lucha, ahora con blancas, después con negras, contra sí misma.

Concisa en la palabra pero extensa en su objeto, la sutil “Novela de ajedrez” es una obra apasionante que retrata la lucha de un hombre y la lucha de Europa, en pos de su salvación. Y nos invita, de paso, a una profunda reflexión sobre el aplastante ejercicio del poder y de la dominación.