Vasco Pratolini: “El verdadero amor es de los pobres. Un hombre y una mujer pobres que se casan tienen que conseguir hacer de sus dos almas una para resistir y darse valor. Amarse es darse valor, es defensa, sangre que se añade a la propia sangre, complicidad incluso. Un hombre pobre que de su trabajo no obtiene nunca sino miseria, es más fuerte con una compañera a su lado. Sólo entonces valora plenamente el vigor de sus propios brazos, el significado de su presencia sobre la tierra; ve claro y lejos: sus angustias se ahogan en una caricia. Pero el amor de los pobres es el más frágil: o el mosaico de las almas encaja perfectamente o todo se fragmenta y dispersa, y el amor se convierte en embrutecimiento, en desesperación, en odio, incluso en tragedia. Un hombre pobre puede cometer todos los errores que su pobreza le sugiere: puede blasfemar y emborracharse, puede hasta odiar el trabajo e incluso, en un momento de extravío, robar. Encontrará siempre la energía para rehabilitarse. Pero no le estará permitido equivocarse en la elección de compañera. Este error le hiela el corazón, le envenena la sangre, no habrá ya horizonte ante él, porque su horizonte era amor. Tu cometiste este error“.
Crónica familiar.