Queridas, querides, queridis, queridos y queridus -creo que no se queda nadie atrás-. En alguna ocasión anterior he hablado aquí de una mis hortalizas favoritas, de la familia de las crucíferas: el nabo. Me vuelvo a acordar hoy de él a cuenta del tema del Hermoso Rubiales. Leo en un artículo de 2020, titulado “El nabo, un crujiente añadido blanco” que “el nabo tuvo un importante papel que hoy en día se ha diluido”, y no puedo sino estar completamente de acuerdo. Os recomiendo su amena lectura, en la que aprenderéis que existen distintos tipos de nabo, entre los que destaco el Nabito de Teltow (tipo éste que supongo que será un hobbitt), el Nabo Stanis (quizá un primo de Rocco Siffredi) y el Nabo Virtudes-Martillo, “de color blanco y forma alargada con un estrechamiento en la zona central”, que irremediablemente me hace recordar a las beatas de mi pueblo en la época en que yo era un tierno infante (ahora soy un tierno madurito).