Los pájaros.

Grande, grande, esta película. Es un compendio del cine de Hitchcock, con un atroz nivel de complejidad. Tratamos aquí con la fragilidad de las apariencias, con los efectos de la incomunicación y la purificación por el sufrimiento.

“Los pájaros” respeta absolutamente los cánones de la tragedia griega: unidad de acción, unidad de espacio, unidad de tiempo. Rompe además con la línea anterior de este tipo de cine, en que había un origen, normalmente pruebas nucleares, a las situaciones de las películas, y además la humanidad siempre terminaba por conjurar al peligro que la amenazaba. Pero aquí no: no se derrota a los pájaros. Más bien los pájaros perdonan la vida de los protagonistas y los dejan marchar.

En la peli queda sin explicar la razón de los ataques. Hitchcock apunta a la imprevisibilidad de la vida, al hecho de que quizá, después de todo, la vida no tenga sentido. Creo que es la única película del director en que el absurdo se impone a la racionalidad.

El hecho de vivir en una isla, vivir en una casa apartada, nos conduce persistentemente a la idea de incomunicación. Más clara aun en el caso de Annie. Las mujeres gravitan en torno a Mitch (Rod Taylor) que representa bien una oportunidad perdida, bien un futuro romántico, bien, sencillamente, el timón y sostén de la familia. La fortaleza de Lydia esconde una terrible debilidad, la frivolidad de Melanie se trastoca en una importante fortaleza. Ninguna es lo que parece ser. El peso trágico, en el que Mitch es un mero espectador, no puede participar, esta puesto en la terna femenina.

La construcción de la escena del ataque de los pájaros a la salida de la escuela es más que brillante; cómo, mediante el montaje, se genera suspense en la espera de Tippy Hedren. Sabemos quienes van a ser las víctimas. Los niños mientras son oídos pero no vistos. El potencial dramático de la escena es brutal. En los momentos de mayor tensión, los ataques, no hay música sino sonidos de batir de alas y graznidos. La banda sonora y sus silencios son escalofriantes. La conjugación de lo fantástico e irreal con lo cotidiano funciona como un perfecto mecanismo de relojería.

El encierro en la casa produce situación de permanente tensión entre los personajes de Jessica Tandy (Lydia) y Tippy Hedren (Melanie). El salvaje ataque de los pájaros a Melanie en la buhardilla tiene un carácter purificador. Lydia entonces dejará de verla como una frívola chica de la alta sociedad que le quiere robar a su hijo. Recuerdo haber leído bastante sobre esta peli hace años, y recuerdo en particular a un filósofo francés que hablaba de la escena de la casa, cuando cierran todo, la sellan, como una metáfora del claustro materno del que después todos los personajes saldrán renacidos.