Estrenada en 1965, Doctor Zhivago, dirigida por el británico David Lean, es una de las grandes epopeyas cinematográficas del siglo XX. Basada en la novela homónima del escritor ruso Boris Pasternak, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1958, esta película es un deslumbrante retrato del amor, la guerra y la lucha por la vida, inserto en un período de violentos cambios sociales, aquel que marcó a Rusia durante la Revolución de 1917 y la posterior Guerra Civil. La película fue una de las superproducciones más caras de su tiempo, con un presupuesto considerable para recrear los escenarios rusos en España y Finlandia.
El núcleo de Doctor Zhivago es una historia de amor que, aunque convencional en su estructura, adquiere un carácter excepcional por el contexto histórico de la Revolución Rusa y la Guerra Civil. El amor entre Yuri Zhivago (Omar Sharif) y Lara Antipova (Julie Christie) no solo representa una pasión intensa, sino también una resistencia a la brutalidad de la época. Mientras el país se desmorona entre cambios políticos, purgas y violencia, su relación se convierte en un refugio emocional, un escape del caos que les rodea. Esta dualidad entre lo privado y lo público refleja la lucha por mantener la humanidad en tiempos de destrucción.
Yuri y Lara, ambos casados con otras personas, se encuentran en medio de una tormenta histórica que redefine sus vidas. La relación de Yuri con Tonya (Geraldine Chaplin), su esposa, es estable pero convencional, basada en el deber más que en la pasión. En contraste, su vínculo con Lara es pasional, pero está condicionado por las devastadoras consecuencias de la revolución. Lara, atrapada en la red de caprichos del poderoso Komarovsky (Rod Steiger) y casada con Pasha Antipov (Tom Courtenay), muestra el conflicto entre lo personal y lo político. Pasha, inicialmente un idealista revolucionario, se convertirá en el despiadado Strelnikov, cuyo fanatismo ejemplifica cómo la revolución consume incluso a quienes luchaban por ella.
A medida que el país se deshace a su alrededor, el amor entre Yuri y Lara se convierte para ellos en un refugio en medio del horror, un espacio de paz en un mundo sin control.
Doctor Zhivago nos muestra la impotencia del individuo frente a las circunstancias. Yuri es un hombre lleno de talento y lleno de principios, pero se encuentra a merced de las fuerzas que lo rodean. Intenta mantenerse al margen de la política y las luchas de poder, pero la Revolución y la Guerra Civil lo arrastran. Su casa es expropiada, su familia desposeída y él mismo es reclutado por los partisanos rojos. Yuri no tiene el control de su propia vida.
Este tema de la fragilidad humana me parece el asunto más poderoso de la película: la reflexión sobre cómo los cambios políticos, las revoluciones, pueden aplastar los sueños y deseos individuales, haciendo de las personas seres impotentes frente a una maquinaria histórica implacable.
Freddie Young (ganador de 3 Oscars) es el fotógrafo de la película. Y en la película la fotografía es desde luego muy destacable. El paisaje aparece como una herramienta narrativa, la naturaleza es un personaje más. Rodada en gran parte en España y Finlandia, la película recrea los vastos paisajes rusos, desde los inmensos campos cubiertos de nieve hasta las ciudades devastadas por la guerra. La casa de campo a la que Yuri y su familia se retiran tras la revolución y que comienza siendo un refugio, un escape del caos de Moscú, pronto se convierte en un símbolo de la decadencia y la pérdida. Esa casa, cubierta de escarcha y nieve, parece encerrar simultáneamente la belleza y desolación de la Rusia post-revolucionaria. Las secuencias del tren que recorre la tundra helada o las batallas entre los ejércitos son filmadas con precisión y detalle que sirven para subrayar los formidables sucesos que están ocurriendo. Sin embargo, es en los pequeños momentos íntimos donde la fotografía de Young realmente brilla: las miradas intercambiadas entre Yuri y Lara, los gestos silenciosos que comunican lo que las palabras no pueden expresar. Cada plano está cuidadosamente diseñado para reflejar el mundo interior de los personajes, lo que convierte a Doctor Zhivago en una obra visualmente extraordinaria.
Otro elemento más que destacable de Doctor Zhivago es la música compuesta por Maurice Jarre (ganador del Oscar por este trabajo). Su tema principal, “Lara’s Theme”, es una de las piezas más conocidas e icónicas del cine y da forma musical a la historia de amor entre Yuri y Lara. La melodía melancólica y evocadora aparece de forma recurrente a lo largo de la película, actuando como un leitmotiv que se asocia no solo con Lara, sino también con los momentos más trágicos y emotivos de la vida de Yuri. A medida que la historia avanza y la vida de Yuri se desmorona, la música adquiere un tono cada vez más sombrío. Esta música de Jarre lleva la película a un nivel emocional más profundo. La música actúa aquí como una voz interna, como el lenguaje del alma de Yuri y Lara, diciendo aquello que los diálogos no pueden expresar.
La Revolución Rusa y sus consecuencias son el telón de fondo de la trama de Doctor Zhivago, pero no es sólo contexto histórico; la Revolución es un elemento que aquí define las vidas de los personajes. A través de figuras como Strelnikov, David Lean y Robert Bolt (guionista, que ganó el Oscar por esta película) observan cómo los ideales revolucionarios, impulsados por la esperanza de un futuro mejor, pueden corromperse por la violencia y el poder. La transformación de Pasha Antipov en el implacable Strelnikov muestra, precisamente, cómo la revolución devora a los propios idealistas que la impulsan: él es el símbolo de la traición a los ideales revolucionarios y de la deshumanización que trae consigo la guerra.
No queda reflejada en la película una postura política clara con respecto al tema de la revolución, más bien se presenta una visión matizada y crítica tanto de los revolucionarios como del régimen anterior. Los bolcheviques, que inicialmente luchan por la justicia social, se convierten en un régimen represivo que aplasta cualquier forma de disidencia. Komarovsky, antiguo miembro de la élite zarista y posterior miembro de la élite bolchevique, es un superviviente que se adapta a cualquier gobierno con tal de mantener su poder y su estatus. Esta complejidad en la representación de los personajes y sus ideales me parece uno de los aspectos más notables de la película: subraya la idea de que, en tiempos de revolución, no hay héroes claros, sino personas atrapadas en un mecanismo mayor que ellas.
A lo largo de sus más de tres horas de duración podemos disfrutar de la lección cinematográfica que David Lean nos ofrece sobre cómo contar una historia íntima y personal en un contexto épico, equilibrando el drama humano con los acontecimientos históricos.