Anthony Blunt: una vida de engaño y erudición
Anthony Blunt (1907-1983) fue uno de los espías más notables y complejos de la historia moderna. Como miembro de los “Cinco de Cambridge“, un grupo de jóvenes idealistas reclutados por la inteligencia soviética durante la década de 1930, Blunt traicionó a su país, el Reino Unido, al entregar secretos de estado a la Unión Soviética. Lo que hace a Blunt especialmente intrigante es su doble vida: mientras se desempeñaba como un renombrado historiador de arte y conservador de la Colección Real Británica, simultáneamente trabajaba en secreto para los soviéticos. Su traición no fue revelada públicamente hasta 1979, aunque había confesado su actividad como espía en 1964 a cambio de inmunidad. La revelación de su traición provocó un escándalo de grandes proporciones en Gran Bretaña y empañó su carrera pública.
Primeros años y formación en Cambridge
Anthony Frederick Blunt nació el 26 de septiembre de 1907 en Bournemouth, Inglaterra, en el seno de una familia acomodada. Su padre, el reverendo Stanley Vaughan Blunt, era vicario de la Iglesia de Inglaterra, y su madre, Hilda Violet Master, provenía de una familia de clase alta. Desde una edad temprana, Blunt mostró una aptitud extraordinaria para los estudios académicos, especialmente en historia y literatura. Asistió a la prestigiosa Marlborough College antes de ingresar en la Universidad de Cambridge en 1926.
En Cambridge, se inscribió en el Trinity College, una de las instituciones más respetadas de la universidad, donde estudió Historia Moderna. En la década de 1930, Cambridge era un lugar vibrante y políticamente cargado, donde las ideas comunistas comenzaban a ganar terreno entre los estudiantes intelectuales. El auge del fascismo en Europa, la Gran Depresión y las tensiones geopolíticas de la época alimentaron un clima de descontento hacia el capitalismo y las democracias liberales, lo que llevó a muchos jóvenes idealistas a ver en el comunismo una alternativa viable.
Fue en este entorno donde Blunt entró en contacto con figuras clave que también se unirían a la causa soviética. Entre ellos estaban Guy Burgess, Kim Philby, Donald Maclean y John Cairncross, quienes junto con Blunt formarían el núcleo del grupo que más tarde sería conocido como los “Cinco de Cambridge”.
Este grupo compartía una profunda convicción de que el comunismo ofrecía la mejor esperanza para el futuro de Europa y el mundo. Al igual que sus compañeros, Blunt estaba profundamente preocupado por el avance del fascismo en Alemania e Italia y consideraba que los gobiernos occidentales no estaban haciendo lo suficiente para contrarrestar esta amenaza.
Reclutamiento y la Sociedad de los Apóstoles
Uno de los aspectos más importantes en la formación de Blunt como espía fue su pertenencia a la Sociedad de los Apóstoles, una sociedad secreta y elitista en Cambridge que reunía a algunos de los estudiantes más brillantes y políticamente activos de la universidad. La sociedad, fundada en 1820, no tenía una orientación política específica, pero en la década de 1930, muchos de sus miembros comenzaron a simpatizar con el comunismo. Las reuniones de los Apóstoles proporcionaban un foro donde se debatían temas filosóficos y políticos, y fue en estas discusiones donde Blunt y sus compañeros comenzaron a forjar su compromiso ideológico con el comunismo.
El ambiente de los Apóstoles fomentaba un sentido de camaradería y lealtad entre sus miembros, lo que resultó crucial cuando algunos de ellos comenzaron a trabajar como espías para la Unión Soviética. Blunt, en particular, destacaba por su intelecto y su capacidad para articular ideas complejas, lo que lo convirtió en una figura influyente dentro del grupo. Esta red de confianza y amistad dentro de los Apóstoles facilitaría la operación encubierta de espionaje en los años siguientes, ya que los miembros se protegían mutuamente y compartían un sentido de propósito común.
En 1934, Blunt fue reclutado por Arnold Deutsch, un agente del NKVD, el precursor del KGB, que operaba en Gran Bretaña. Deutsch identificó a Blunt como un candidato ideal para el espionaje debido a su inteligencia, su acceso potencial a círculos de poder y su compromiso ideológico. A diferencia de otros espías que podían ser reclutados por dinero o coerción, Blunt y sus compañeros fueron reclutados principalmente por su convicción de que estaban ayudando a construir un mundo más justo y equitativo al trabajar para la Unión Soviética.
Carrera académica
A pesar de su creciente participación en el espionaje, Blunt nunca abandonó su carrera académica. Después de completar su formación en Cambridge, se convirtió en uno de los principales historiadores de arte de Gran Bretaña. En 1939, fue nombrado profesor de Historia del Arte en el Instituto Courtauld, una de las instituciones más prestigiosas del país dedicadas al estudio del arte. Blunt era conocido por su erudición en el arte renacentista francés e italiano, y sus publicaciones en este campo lo convirtieron en una autoridad en la materia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Blunt también trabajó para el MI5, el servicio de seguridad interna del Reino Unido, donde su acceso a información clasificada fue de gran valor para los soviéticos. Aunque su papel en el MI5 fue principalmente administrativo, le permitió tener acceso a documentos relacionados con la estrategia militar británica y las operaciones de contraespionaje. Una importante posición para su labor como espía, ya que pudo transmitir información a sus controladores soviéticos sin levantar sospechas.
En 1945, Blunt fue nombrado conservador de la Colección Real Británica, lo que lo colocó en una situación de gran influencia y confianza. Este cargo lo convirtió en el responsable de la gestión y preservación de algunas de las colecciones de arte más valiosas del mundo, incluidas obras de maestros como Leonardo da Vinci, Rembrandt y Vermeer. Su cercanía a la familia real británica, incluidos Jorge VI e Isabel II, le permitió operar durante años sin ser detectado. Esta posición pública como un distinguido académico y conservador de arte ayudó a desviar cualquier sospecha sobre sus actividades como espía.
Espionaje durante la Segunda Guerra Mundial
Durante la Segunda Guerra Mundial, Blunt proporcionó información valiosa a la Unión Soviética, incluidas filtraciones sobre las estrategias aliadas y las operaciones militares en Europa. Aunque su acceso a información de alto nivel no era tan amplio como el de algunos de sus compañeros, su trabajo en el MI5 le permitió tener conocimiento de los planes de los aliados, especialmente en lo que respecta a la cooperación entre el Reino Unido y los Estados Unidos.
Uno de los aspectos más intrigantes del espionaje de Blunt fue su capacidad para mantener su vida pública y profesional mientras trabajaba en secreto para los soviéticos. A diferencia de otros espías que levantaron sospechas debido a su comportamiento errático o su imprudencia, Blunt era extremadamente cuidadoso en sus actividades. Su habilidad para operar en los niveles más altos del gobierno británico y la academia, mientras continuaba pasando información a Moscú, lo convirtió en un activo muy valioso para la inteligencia soviética.
Uno de los logros más notables de Blunt durante este período fue su participación en la transmisión de información relacionada con la planificación del Día D, la invasión aliada de Normandía en junio de 1944. Aunque los detalles precisos de su implicación en este episodio no están completamente claros, se cree que Blunt pasó a los soviéticos información crítica sobre los preparativos aliados para la invasión. Esta información fue de gran importancia para los soviéticos, ya que les permitió ajustar sus propias estrategias en el frente oriental.
Confesión y encubrimiento
En 1951, Guy Burgess y Donald Maclean, dos de los compañeros de Blunt en el grupo de los Cinco de Cambridge, desertaron a Moscú tras ser descubiertos como espías soviéticos. Esto marcó el principio del fin para la red de espionaje de Cambridge. Aunque Blunt no fue descubierto en ese momento, las autoridades británicas comenzaron a investigar más de cerca a las figuras vinculadas a Burgess y Maclean.
En 1964, Blunt fue finalmente denunciado por Michael Straight, un estadounidense que había sido reclutado por Blunt durante su tiempo en Cambridge. Straight, que también había trabajado como espía para los soviéticos, decidió confesar sus actividades a las autoridades estadounidenses y británicas, lo que llevó a la identificación de Blunt como uno de los espías de Cambridge.
Ante la evidencia en su contra, Blunt confesó haber trabajado para la Unión Soviética, pero su confesión fue mantenida en secreto por el gobierno británico. A cambio de su cooperación con los servicios de inteligencia británicos, Blunt recibió inmunidad y se le permitió continuar con su vida pública. Este acuerdo secreto fue profundamente controvertido, ya que permitió que Blunt evitara la cárcel y mantuviera su reputación.
Uno de los aspectos más desconcertantes del encubrimiento de Blunt fue que la reina Isabel II fue informada de su traición, pero el primer ministro de la época, Sir Alec Douglas-Home, no fue notificado. Una controvertida decisión que no dejaba de reflejar el deseo de evitar un escándalo público que pudiera dañar la reputación de las instituciones británicas y de la propia familia real.
Revelación pública en 1979
A pesar de haber confesado en 1964, la traición de Blunt no fue revelada al público hasta 1979, cuando la recién electa primera ministra Margaret Thatcher decidió hacerlo público. En un discurso en la Cámara de los Comunes, Thatcher confirmó que Blunt había trabajado como espía para la Unión Soviética, lo que provocó un escándalo nacional.
La revelación pública de la traición de Blunt fue un shock para el público británico, que durante años lo había visto como una figura respetada en el mundo del arte y la academia. Blunt fue despojado de su título de caballero, que había recibido en 1956 por sus servicios a la historia del arte. Su reputación, que había sido cuidadosamente construida durante décadas, se desmoronó en cuestión de días, y se convirtió en el centro de una intensa atención mediática.
La decisión de Thatcher de hacer pública la confesión de Blunt fue vista como un intento de distanciar su gobierno de los errores del pasado y de demostrar un enfoque más severo hacia los espías y traidores. Aunque Blunt había vivido durante años con el conocimiento de que su secreto podría salir a la luz en cualquier momento, la revelación pública fue devastadora para él. A partir de ese momento, Blunt se retiró de la vida pública.
Vida posterior y memorias
Después de la revelación pública de su traición, Blunt fue expulsado de su puesto en la Colección Real y perdió su prestigio académico. Vivió el resto de su vida en reclusión, evitando el contacto con los medios de comunicación y con la sociedad en general. En 1983, poco antes de su muerte, se publicaron sus memorias, en las que Blunt intentó explicar sus acciones y justificar su decisión de espiar para la Unión Soviética.
En sus memorias, Blunt reflexionó sobre su vida y su carrera, y trató de justificar su traición alegando que había actuado por convicción ideológica. Argumentaba que, en el contexto de los años 30, cuando fue reclutado, creía sinceramente que el comunismo representaba la única esperanza para derrotar al fascismo y construir una sociedad más justa. Sin embargo, sus memorias no ofrecieron muchas revelaciones nuevas sobre su vida como espía, y Blunt nunca expresó un arrepentimiento total por sus acciones.
Blunt murió el 26 de marzo de 1983, a la edad de 75 años. Como historiador del arte, su contribución al estudio y preservación del arte es indiscutible. Sin embargo, su traición como espía soviético ha ensombrecido cualquier logro académico, y su nombre sigue siendo sinónimo de deslealtad y engaño.