Kim Philby: el espía que traicionó al Imperio Británico
Kim Philby, conocido como “Stanley” en los archivos de la KGB, fue el más destacado de los “Cinco de Cambridge”, un grupo de espías británicos que trabajaron para la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Nacido en una familia británica de clase alta, Philby se convirtió en uno de los espías más efectivos y peligrosos de la historia moderna. No solo alcanzó los más altos niveles dentro del MI6, el servicio de inteligencia exterior británico, sino que también logró engañar a colegas y superiores durante más de dos décadas mientras pasaba información clasificada a la Unión Soviética. Philby no solo fue una pieza clave dentro del espionaje soviético, sino que su traición dejó una profunda cicatriz en las relaciones entre los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses, y afectó la manera en que se percibe la lealtad y la confianza dentro del espionaje internacional.
Primeros años y formación en Cambridge
Harold Adrian Russell Philby, conocido por su apodo “Kim”, nació el 1 de enero de 1912 en Ambala, India, en el seno de una familia británica privilegiada. Su padre, Harry St. John Bridger Philby, fue un destacado orientalista, diplomático y explorador, conocido por su relación con los líderes árabes y su ambivalencia hacia el colonialismo británico. El joven Philby fue expuesto desde temprana edad a las políticas internacionales y las tensiones coloniales del Imperio Británico, lo que influyó en su visión crítica del imperialismo y el capitalismo.
A los 13 años, ingresó en la Westminster School en Londres, y posteriormente estudió Historia en el Trinity College de la Universidad de Cambridge.
En este entorno, Philby, junto con otros estudiantes brillantes como Guy Burgess, Donald Maclean, Anthony Blunt y John Cairncross, comenzó a simpatizar con el comunismo. A diferencia de muchos otros jóvenes de su clase social, Philby no veía en el sistema británico una fuente de estabilidad y justicia, sino más bien un sistema decadente y opresivo. El comunismo, con su promesa de igualdad y justicia social, le ofrecía una alternativa viable. Fue durante este tiempo que Philby fue reclutado por la inteligencia soviética, específicamente por el agente Arnold Deutsch.
Reclutamiento por la inteligencia soviética
Philby fue parte de una operación de infiltración cuidadosamente orquestada por la Unión Soviética. Deutsch le instruyó para que evitara una postura abiertamente procomunista y se integrara en las instituciones británicas. La paciencia de los soviéticos permitió que Philby ascendiera dentro del gobierno británico sin levantar sospechas. Después de su graduación en Cambridge, Philby comenzó a trabajar como periodista. Aparentemente, era un joven prometedor dentro de los círculos intelectuales y periodísticos de Londres, pero en realidad, ya estaba en contacto con sus controladores soviéticos y trabajaba para avanzar en su carrera y obtener una posición desde la que pudiera acceder a información valiosa.
Durante la Guerra Civil Española (1936-1939), Philby fue enviado a España como corresponsal de guerra para The Times, el principal periódico británico. Este fue un período crucial para su carrera como espía, ya que, bajo la apariencia de un periodista independiente, pudo establecer contactos con figuras clave en ambos bandos del conflicto. Philby, que apoyaba a la causa republicana en su lucha contra las fuerzas fascistas de Francisco Franco, utilizó su cobertura periodística para transmitir información tanto a sus superiores británicos como a sus controladores soviéticos.
Uno de los logros más significativos de Philby durante este período fue su éxito en ganarse la confianza de las autoridades británicas. A pesar de sus inclinaciones comunistas, Philby logró convencer a sus superiores de que era un leal servidor del Imperio Británico, lo que le permitió obtener acceso a información cada vez más sensible.
Ascenso en el MI6 y actividades como agente doble
En 1940, Philby ingresó en el servicio de inteligencia exterior británico, el MI6, dando comienzo a uno de los episodios más extraordinarios en la historia del espionaje moderno. Durante más de dos décadas, Philby trabajó como un agente doble, proporcionando información valiosa a la Unión Soviética mientras ascendía dentro del servicio de inteligencia británico. En el MI6, Philby se especializó en contrainteligencia, lo que lo colocó en una posición única para monitorizar las actividades de otros espías y detectar posibles infiltraciones. Irónicamente, fue puesto a cargo de las operaciones de contraespionaje contra la Unión Soviética, lo que le permitió sabotear las operaciones británicas desde dentro y proteger a sus compañeros espías.
Uno de los primeros éxitos importantes de Philby en el MI6 fue su papel en la operación de contrainteligencia contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Bajo la apariencia de un leal servidor del Imperio Británico, Philby proporcionó a los soviéticos información determinante sobre los planes militares y diplomáticos de los aliados, incluidos los preparativos para el desembarco de Normandía en 1944. Esta información permitió a los soviéticos ajustar sus propios planes militares y prepararse para las decisiones estratégicas de los aliados.
El éxito de Philby en el MI6 no se limitó a sus actividades durante la guerra. A medida que avanzaba su carrera, fue promovido a posiciones cada vez más influyentes dentro de la organización.
En 1949, Philby fue destinado a Washington D.C. como oficial de enlace entre el MI6 y la recién creada Agencia Central de Inteligencia (CIA). En esta posición, Philby tuvo acceso directo a algunos de los secretos más delicados de la inteligencia estadounidense, incluidas las operaciones encubiertas contra la Unión Soviética en Europa del Este y los planes para desestabilizar los regímenes comunistas en la región.
Uno de los casos más significativos en los que Philby jugó un papel importante fue la operación para infiltrar combatientes anticomunistas en Albania a fines de la década de 1940. Este plan, dirigido conjuntamente por el MI6 y la CIA, tenía como objetivo desestabilizar el régimen comunista en Albania y provocar un levantamiento que pudiera servir de modelo para otras insurgencias anticomunistas en Europa del Este. Sin embargo, gracias a la intervención de Philby, la KGB fue alertada del plan, y los combatientes que fueron enviados a Albania fueron rápidamente capturados o eliminados. Esta operación fallida fue un duro golpe para la credibilidad de las agencias de inteligencia occidentales y reforzó la posición de la Unión Soviética en la región.
Durante su tiempo en Washington, Philby logró ganarse la confianza de figuras clave dentro de la CIA, incluidos oficiales de alto rango como James Jesus Angleton, el jefe de contrainteligencia de la agencia. La relación de Philby con Angleton fue particularmente importante, ya que le permitió obtener información sobre las operaciones de contrainteligencia de los estadounidenses y sabotear los esfuerzos para detectar a espías soviéticos en Occidente.
Descubrimiento y deserción a Moscú
A pesar de su éxito como espía, la posición de Philby comenzó a desmoronarse a fines de la década de 1950. La deserción de sus compañeros Guy Burgess y Donald Maclean a la Unión Soviética en 1951 había generado sospechas dentro del MI6 y la CIA de que había un tercer espía. Aunque Philby logró evitar ser arrestado en aquel momento, su relación cercana con Burgess y Maclean hizo que algunos en la inteligencia británica comenzaran a sospechar de su lealtad.
El golpe final para Philby llegó en 1962, cuando un desertor soviético, Anatoliy Golitsyn, proporcionó información que apuntaba directamente a Philby como el “tercer hombre” dentro de la red de Cambridge. A pesar de sus mejores esfuerzos para defenderse de las acusaciones, Philby fue finalmente desenmascarado. Sin embargo, a pesar de la evidencia en su contra, el gobierno británico no presentó cargos formales contra él en ese momento, y Philby fue “invitado” a retirarse del MI6.
Durante los siguientes meses, Philby vivió bajo la sombra de la sospecha, pero todavía no había sido arrestado ni acusado formalmente. Finalmente, en enero de 1963, cuando quedó claro que la inteligencia británica planeaba interrogarlo nuevamente, Philby decidió desertar a la Unión Soviética. Huyendo de Beirut, donde había estado trabajando como periodista, Philby llegó a Moscú, donde fue recibido con los brazos abiertos por la KGB.
Vida en la Unión Soviética
La deserción de Philby a la Unión Soviética en 1963 fue un golpe devastador para la inteligencia británica y para la relación entre los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses. Durante más de dos décadas, Philby había accedido a algunos de los secretos más importantes del MI6 y la CIA; su deserción confirmaba la magnitud de su traición.
En la Unión Soviética, Philby fue recibido como un héroe por la KGB, pero su vida en Moscú fue mucho menos gloriosa de lo que había imaginado. Aunque fue condecorado por sus servicios a la causa soviética y vivió con un cierto grado de privilegio, Philby se encontró aislado y frustrado en su nuevo entorno. Además, en 1963 la muerte de Burgess, que era un amigo cercano de Philby, dejó un vacío en la vida moscovita de Philby.
Philby también tuvo que enfrentarse a la desconfianza de algunos dentro de la KGB, que sospechaban que podría haber sido un agente doble o incluso un triple agente que trabajaba tanto para los soviéticos como para los británicos y estadounidenses. Aunque estas sospechas nunca se confirmaron, la vida de Philby en la Unión Soviética estuvo marcada por el aislamiento y la frustración. A pesar de su lealtad al comunismo, Philby no encontró en la Unión Soviética el paraíso socialista que había imaginado durante sus años en Cambridge.
Philby pasó el resto de su vida en Moscú, donde trabajó como consultor para la KGB y escribió sus memorias. Aunque fue tratado con respeto por las autoridades soviéticas, su vida en el exilio estuvo lejos de ser ideal. Philby se casó con su tercera esposa, Rufina Pukhova, en 1971, pero su salud comenzó a deteriorarse rápidamente en sus últimos años. Falleció el 11 de mayo de 1988 en Moscú, a la edad de 76 años.
Kim Philby fue uno de los espías más exitosos de la historia moderna. La información que proporcionó a la Unión Soviética no solo ayudó a frustrar numerosas operaciones de inteligencia occidentales, sino que también influyó en el curso de la Guerra Fría en su conjunto.
Su traición dañó gravemente la relación entre los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses, que tardaron años en recuperar la confianza perdida.