King Kong de 1933, dirigida por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, es una pelicula icónica que marcó un antes y un después en la historia del cine. Pionero en la combinación de géneros como la aventura, el romance y la fantasía, destacó por su innovación técnica. Desde su estreno, King Kong redefinió las posibilidades del cine.
El argumento de la película es simple, pero cautivador. La historia sigue al director de cine Carl Denham, interpretado por Robert Armstrong. Denham recluta a Ann Darrow, interpretada por Fay Wray, una joven sin trabajo y sin medios, y la lleva a una misteriosa isla conocida como Isla Calavera. La tripulación del barco Venture, liderada por el capitán Englehorn y el marinero Jack Driscoll, forman parte del grupo en esta peligrosa expedición.
La isla Calavera es un lugar salvaje y peligroso habitado por una tribu indígena y una variedad de criaturas prehistóricas, entre ellas el colosal gorila conocido como Kong. Ann es secuestrada por los nativos y ofrecida como sacrificio al gigantesco simio, quien, lejos de devorarla, queda fascinado por su belleza y la protege de los numerosos peligros de la isla. La relación entre Ann y Kong, aunque no es propiamente romántica, se convierte en el eje emocional de la película, mostrando a la bestia como una criatura tan temible como vulnerable.
Uno de los aspectos más destacados de King Kong es su innovador uso de efectos especiales, a cargo de Willis O’Brien. La técnica de stop motion utilizada para dar vida a Kong y las criaturas de la isla fue revolucionaria en su época. O’Brien, considerado uno de los padres del cine de animación, combinó miniaturas, proyecciones traseras y maquetas detalladas para crear secuencias que resultaban asombrosas para la época. Los movimientos de Kong fueron cuidadosamente animados, otorgándole un nivel de realismo y expresividad nunca antes visto en el cine. Su diseño, que mezcla rasgos simiescos y humanos, permitió al público conectar emocionalmente con él, más allá de su monstruoso tamaño.
Además de los efectos visuales, la banda sonora compuesta por Max Steiner también juega un papel fundamental en la película. Steiner creó uno de los primeros scores originales en la historia del cine, sincronizando la música con las emociones y acciones de las escenas. Su trabajo no solo intensifica la tensión y el drama, sino que también contribuye a humanizar a Kong, dotándolo de un aura trágica.
El éxito de King Kong también radica en su habilidad para añadir espectáculo a la narración. La película funciona como una historia de aventuras y también como una reflexión sobre la naturaleza humana. Kong, aunque es una criatura salvaje, actúa principalmente por instinto, mientras que los humanos, con sus ambiciones y deseos, son los verdaderos responsables de los conflictos que surgen. Este contraste queda especialmente claro en la segunda mitad del filme, cuando Kong es capturado y llevado a Nueva York para ser exhibido como una atracción en Broadway. Lejos de su hábitat natural, el gigante se convierte en una víctima de la codicia y el entretenimiento humano.
La icónica escena final en la cima del Empire State Building es quizás el momento más recordado de la película. Kong, perseguido por aviones biplanos, lucha desesperadamente mientras sostiene a Ann en su mano. Aunque logra derribar varios aviones, finalmente sucumbe ante los disparos, cayendo al vacío en una de las secuencias más trágicas del cine clásico. La última línea de la película, pronunciada por Denham -“No fueron los aviones, fue la belleza quien mató a la bestia”- expone la dualidad central de la película: belleza y destrucción, humanidad y naturaleza.
Su estreno en 1933, en plena Gran Depresión, ha hecho que algunos críticos, a posteriori, hayan interpretado la película como una alegoría de la lucha por el poder y de la explotación. Kong puede ser visto como una representación de lo desconocido, de aquello que no puede ser controlado por la humanidad, mientras que la isla Calavera simboliza un mundo primitivo y peligroso que desafía la lógica del progreso moderno.
King Kong ha destacado por su influencia en el desarrollo del cine de monstruos y aventuras. Películas posteriores, desde Godzilla (1954) hasta Jurassic Park (1993), han rendido su homenaje a esta película al explorar temas similares y utilizar técnicas inspiradas en las innovaciones de Cooper y Schoedsack. Kong se convirtió rápidamente en un ícono, apareciendo en numerosas secuelas, remakes y reinterpretaciones a lo largo de los años.
De unos años acá, se viene debatiendo sobre la representación de la cultura y los roles de género en King Kong. King Kong es un producto de su tiempo, con estereotipos y elementos de su tiempo. Ann Darrow, por ejemplo, encarna el arquetipo de la “dama en peligro”, figura hoy discutida en términos de género. A pesar de su limitado papel en la película, la actuación de Fay Wray la convirtió en la primera “reina del grito” del cine.
La relación entre Kong y Ann también ha sido objeto de debate. He leído críticas que ven en Kong una figura trágica que representa los impulsos primarios y reprimidos por la sociedad, mientras que otras lo han interpretado como una metáfora del choque entre la civilización y la naturaleza.
En términos de producción, King Kong también es un ejemplo notable de cómo el cine puede superar desafíos técnicos y presupuestarios. La película fue realizada con un presupuesto relativamente modesto, pero el ingenio de sus creadores permitió que cada dólar fuera utilizado de manera eficaz. Desde los escenarios de la isla Calavera hasta el imponente Empire State Building, cada elemento visual fue diseñado para sumergir al espectador en un mundo de fantasía y peligro.
La figura de Kong, con su mezcla de fuerza bruta y humanidad, sigue siendo una imagen muy poderosa y, desde luego, una brillante muestra de la capacidad del cine para evocar emociones y explorar la condición humana.
King Kong de 1933 es el resultado del ingenio creativo de sus realizadores, una película que combina espectáculo, emoción y reflexión sobre los conflictos entre la humanidad y la naturaleza.