Buenos días 100, ayer me llamó el médico 99 por la cita que 98 tenía concertada 97 desde hace 20 días. Cuatro minutos 96.

– Le voy a mandar unas pastillas 95.

– Prefiero no tomar pastillas 94.

– Ah, no hay problema 93. Entonces haga lo siguiente 92. Cuando se sienta mal 91 empiece a contar 90 desde 100 hacia atrás 89. Hasta llegar a cero 88. Si se equivoca empiece de nuevo 87.

Chimpún.

Estuve por 86 hacerme una foto 85 y ponerla aquí para que 84 vierais la cara de 83 gilipollas que se me quedó 82. Al final descarté 81 la idea.

Al parecer esta técnica 80 se la sacó del magín 79 un listillo apellidado Silva y 78 funciona bastante bien 77 según mi galeno. La única condición 76 es tener un conocimiento 75 matemático muy básico 74.

Ahí lo tenéis. Terapia de vanguardia 73: método Silva.

Según el galeno 72 -que por lo visto estudió en Hogwarts con especialización en psicología cuántica aplicada a la numerología del alma-, 71 la técnica Silva es eficaz. Yo 70, ingenuo de mí, pensé que iba a mencionar 69 (este número siempre me saca una sonrisa 68) a un doctor serio, tipo Carl Georg Jung, algo con rigor 67 o al menos con nombre de hospital 66. Pero no. Silva. A secas 65. Sin especialidad, sin bata, sin receta. Silva 64. Como si fuera un técnico del Betis 63.

El método es, como veis, sencillo 62: no cura nada, pero 61 entretiene. Tú vas contando: 100, 99, 98… y mientras tanto 60 tu ansiedad, tu insomnio, tus pensamientos invasivos 59 y la factura de la luz se quedan 58 ahí, mirándote en silencio 57, como diciendo “A ver si te equivocas, alma de cántaro, y empiezas otra vez desde 100” 56.

Como he dicho 55, es condición indispensable para esta 54 maravilla terapéutica tener conocimientos matemáticos 53 “muy básicos”. O sea, saber contar hacia 52 atrás. Que en tiempos de calculadora 51 y GPS no es poca cosa 50. Hay gente que si le quitas el móvil 49 no sabe volver de su cocina 48 a su salón 47.

Preguntas: si uno 46 empieza en 95 en vez de 100, ¿es válido?, si se le escapa 45 un “ochenta y mierda” 44 en vez de “ochenta y nueve” ¿cuenta como recaída 43? No lo sé 42. Creo que tampoco 41 lo sabe mi médico. Pero recomienda el 40 tratamiento con autoridad 39. Vamos, como cuando mi 38 madre me curaba con Vicks VapoRub 37: no sabías si funcionaba, pero olía fuerte 36 y te dabas por curado. Esto es igual 35, pero con números.

Hay algo casi poético en la 34 escena: uno, desesperado 33, buscando alivio y el otro, con toda 32 la tranquilidad del mundo, recetando aritmética 31. Tratamiento:  un ejercicio de primaria 30 y la promesa de que “funciona bastante bien” 29.

Así que 28, ya veis, el tratamiento de Silva, gurú del conteo inverso 27, terapeuta numérico, chamán de la cifra 26, cuyo método se basa en distraer 25 al paciente hasta que olvide lo que le pasaba 24 se resume en “tírate un rato 23 haciendo algo y deja 22 de molestar”.

Colgué el teléfono 21 y obediente, empecé a contar. 100, 99, 98… 20. Mientras tanto, el nudo en el pecho 19 seguía ahí, pero al menos estaba 18 entretenido. Al llegar al 92 me acordé de que había dejado el horno 17 puesto. Al 84 me dolía la espalda. En el 16 71 tenía hambre. Y al 43 se me olvidó por 15 qué estaba contando. Lo cual, visto fríamente, 14 puede considerarse un éxito terapéutico.

Eso sí, si te equivocas 13, a empezar de nuevo. Ahí está la trampa 12. El ciclo infinito. Convierte la ansiedad 11 en sudoku.

Y así estoy 10: contando, resistiendo, preguntándome 9 si no me habrán metido, sin 8 saberlo, en un experimento social de la 7 Universidad de Hula Hula.

Al final, la técnica 6 funciona. Porque al llegar a 0 -amén- no solo te sientes 5 un poco más tranquilo 4. Te sientes, además, profundamente 3 estúpido. Pero es una estupidez 2 serena. Una estupidez 1 con método. Y si todo falla 100 otra vez 0.