Marshall McLuhan (1911-1980) observó el cambio cultural que suponían los nuevos medios audiovisuales y, en muchos aspectos, anticipó certeramente la aldea global.
Para Marshall McLuhan el desarrollo de los medios de comunicación ha marcado el desarrollo de la cultura; afinó su análisis hasta distinguir tres eras de la humanidad:
» la de la comunicación oral o prealfabética, donde no hay procedimientos para conservar la palabra por lo que la comunicación se produce siempre dentro de una unidad de espacio y de tiempo –siendo éstos, a su vez, concebidos como un círculo, no como algo móvil que va del pasado al futuro. Esto presenta como resultado evidente la inexistencia del analfabetismo, ya que la cultura llega a todos por igual. Es además una comunicación cara a cara, por lo que las relaciones sociales también lo son. Merced a ello, concluye McLuhan, la amplitud de los grupos humanos se reduce a la tribu. La lógica de la comunicación oral impone que el sentido de la audición sea determinante; el oído predomina sobre el ojo, y esto da como consecuencia una visión del mundo integradora.
» era alfabética o de la comunicación escrita impone la racionalidad abstracta sobre el emotivismo de la anterior. La cultura escrita, la lectura, desequilibra las relaciones entre los diferentes sentidos. Si la era prealfabética nos presenta la realidad como unidad, la cultura escrita nos la muestra como algo que podemos descomponer en unidades más pequeñas mediante un proceso de análisis. La imprenta multiplicará el efecto expansivo que comenzó con el alfabeto. El espacio y el tiempo dejan de ser circulares y por ello los objetos quedan desligados de su contexto original.
» la era electrónica o aldea global presenta un lento pero continuo proceso crepuscular de la imprenta. Una era que comenzó con el telégrafo, que instaura la instantaneidad de las comunicaciones, y estalló con la televisión.
Adoptando una concepción antropológica (las herramientas son extensiones del cuerpo humano) dedujo que los medios de comunicación son extensiones de nuestro cerebro y de todo el aparato ligado a la sensibilidad. Esta concepción antropológica plantea la muy interesante cuestión de que al ser las herramientas extensiones del cuerpo serían por tanto naturaleza, es decir, formarían parte de lo natural del ser humano. Y, por tanto, en cuanto a la comunicación, serían los medios y no los contenidos, los que conforman y demarcan la mentalidad de las personas y de la sociedad. En la Era Electrónica serían los medios algo así como una extensión de nuestro sistema nervioso, y en consecuencia, afirma, que las modificaciones en los medios producirán modificaciones en nuestro sistema nervioso central y por ende modificaciones en nuestra manera de percibir, pensar y actuar. He aquí lo tecnológico como una profunda extensión de lo biológico.
McLuhan distingue entre medios fríos (de baja definición, requieren la participación mental y emocional del receptor) y medios calientes (de alta definición, apenas necesitan de la participación del receptor). Así clasifica a la prensa, la radio o el cine como calientes, mientras el teléfono o la televisión serían fríos. Los primeros inciden en un solo sentido, contienen mucha información concreta y necesitan poca participación externa. En contraste, los medios fríos abarcan más de un sentido, conceden poca información y obliga al público a participar para completar el proceso.
La idea, para terminar, de la aldea global la fundamenta en su predicción de que la era electrónica producirá un movimiento desde el individualismo a la identidad colectiva; sería para él una era de retribalización, de vuelta a la aldea.