Hay que decir que “Espartaco”, aunque está basado ciertamente en un personaje y unos hechos históricos, es una fabulación. Lo que nos cuenta Howard Fast no es historia.
No sabemos a ciencia cierta si Espartaco fue siempre un esclavo, si fue un príncipe tracio capturado y esclavizado o un desertor de las legiones romanas. En esta novela Espartaco es hijo y nieto de esclavos y nunca conoció otra cosa que la esclavitud. Muchos de los hechos y personajes son históricamente verdaderos y otros son, sencillamente, verosímiles.
Nuestra historia comienza con un Espartaco ya derrotado y muerto, un Espartaco que nos será presentado mediante la visión que de él tienen otros ojos, otros personajes. Y en cada uno de esos relatos veremos la opresión a la que se somete a los esclavos y la vileza con la que se hace. Esos relatos llenos de crueldad e iniquidad nos irán situando junto a los rebeldes.
Las muchas reflexiones sobre la política y el poder que realizan personajes como Craso, Graco o Cicerón siempre se ven ensombrecidas por la rebelión de los esclavos, rebelión que no comprenden. Para Roma el esclavo es “instrumentum vocale, que se distingue de la bestia, el instrumentum semi–vocale, que se distingue de la herramienta común, que podríamos denominar el instrumentum mutum”. Roma es un importante personaje aquí, la civilizadora y perversa Roma, con sus caminos y construcciones, pero también con su degradación y sus vicios. Son los últimos años de la República, años de convulsiones, inestabilidad y corrupción. Pocos años antes Roma ha visto la Dictadura de Sila, pocos años después verá el Principado de Octavio, que alumbrará el Imperio al tiempo que servirá como certificado de defunción de cinco siglos de experiencia republicana.
En “Espartaco” aparecen representados todos los estamentos sociales, todas las clases, así como los diversos tipos de esclavos, desde el gladiador hasta el esclavo de la mina, el del campo o el doméstico.
Desde el punto de vista del propio relato hay bastantes irregularidades que atañen a los narradores y a los cambios de puntos de vista a que se nos somete, sin embargo, el preciso mecanismo del lenguaje, el perspicaz diseño de los personajes y la brutal fuerza de la historia hacen que la novela no se resienta en absoluto por ello. El salto temporal y el uso de flashbacks son los mecanismos básicos de la narración. Contiene la novela pasajes de gran realismo como el de la crucifixión de David o aquel otro en que Varinia amamanta a su hijo.
Fast vio cómo hasta siete editoriales rechazaron esta novela por lo que él mismo, corriendo con los gastos, la publicó. “Espartaco” fue ideada, concebida, durante la estancia en prisión del novelista, condenado -por no delatar a colaboradores de los republicanos españoles en nuestra Guerra Civil- por el Comité de Actividades Antiamericanas del infausto senador Joseph McCarthy.
A Howard Fast su “Espartaco” le sirve para tender la mirada a un mundo, el norteamericano de los años 50, con el que se establecen intensos paralelismos. No olvidemos la militancia comunista de Fast y el hecho de ser, aunque no le guste, partícipe de un nuevo imperio. Son años en que sufre de ceguera con respecto a los embates imperialistas del bloque del este, aunque poco después, en 1956, abandona el partido por la intervención soviética en Hungría.
Esta novela da origen al guión que otro condenado por el macarthismo, Dalton Trumbo, realizó para la excelente “Espartaco” de Stanley Kubrick.