39 escalones (1935), dirigida por Alfred Hitchcock, es un hito en la historia del cine británico y uno de los trabajos más representativos de la primera etapa de la carrera del maestro del suspense. Adaptación libre de la novela homónima de John Buchan, esta película consolidó a Hitchcock como un cineasta destacado y puso las bases de muchos de los elementos que posteriormente caracterizarían su estilo.
39 escalones ofrece una narración cargada de tensión y acción que te atrapa desde el principio. Robert Donat, ganador del Oscar en 1940 por Goodbye, Mr. Chips (de la que otro día hablaremos aquí) interpreta a Richard Hannayt, el protagonista principal de esta historia. Hannay es un canadiense que asiste a un espectáculo de variedades en Londres. Allí conoce a una misteriosa mujer llamada Annabella Smith (Lucie Mannheim), que dice ser una espía perseguida por agentes extranjeros. Tras un altercado en el teatro, Annabella busca refugio en el apartamento de Hannay. Allí le revela información sobre una organización secreta llamada “Los 39 Escalones” que está organizando un complot para robar secretos militares.
Esa misma noche Annabella es asesinada y Hannay, viéndose en el epicentro de una conspiración, huye a Escocia para descubrir la verdad y limpiar su nombre. En su camino, encuentra múltiples obstáculos, incluidos policías y espías y, desde luego, su propia incertidumbre. A lo largo de este viaje, Hannay forma una relación forzada por las circunstancias con Pamela (Madeleine Carroll), una joven que inicialmente desconfía de él pero que finalmente se convierte en su aliada. La aventura culmina con un increible clímax en el London Palladium, donde el enigma de “Los 39 Escalones” finalmente se desvela.
Uno de los aspectos más destacados de 39 escalones es la construcción de sus personajes. Richard Hannay es un prototipo del “hombre ordinario en circunstancias extraordinarias“, un arquetipo recurrente en las películas de Hitchcock. Ingenioso, valiente y un poco cínico, es un protagonista carismático y accesible. Hannay es el hilo conductor de la historia y su evolución a lo largo de la película refleja su capacidad de adaptación.
Pamela, y aunque su relación con Hannay comienza de manera accidentada, va creciendo y añadiendo una capa emocional a la trama. Además, Madeleine Carroll, considerada una de las primeras “rubias Hitchcock”, establece un estándar para las heroínas en las películas posteriores del director.
Los malotes, aunque menos desarrollados en comparación con los protagonistas, son importantes para mantener la tensión. La organización “Los 39 Escalones” encarna el peligro omnipresente y la amenaza internacional, un tema habitual en el cine de suspense de los años 30. Su líder, el profesor Jordan (Godfrey Tearle), representa una amenaza refinada y calculadora, lo que lo convierte en un magnífico antagonista.
39 escalones es una temprana demostración de las habilidades narrativas y visuales de Alfred Hitchcock. Aunque todavía no contaba con los recursos de producción de Hollywood, el director utilizó ingeniosas técnicas cinematográficas para contar una historia dinámica y que te tiene pegado a la silla.
Un elemento característico es el uso de la elipsis visual. Hitchcock, maestro de la economía narrativa, sugiere eventos importantes sin mostrarlos explícitamente, permitiéndonos llenar los vacíos con nuestra imaginación. Un ejemplo destacado es la transición entre el grito de Annabella y el sonido de una locomotora, un recurso que intensifica la tensión y representa el inicio de la huida de Hannay.
El montaje también tiene un papel muy importante en 39 escalones. Las rápidas transiciones entre escenas de acción y momentos de calma mantienen un ritmo muy ágil. Además, Hitchcock utiliza primeros planos para evidenciar emociones y detalles clave, como la herida de Annabella o el mapa que guía a Hannay en su viaje.
Otro rasgo distintivo es el uso de localizaciones reales, algo no muy habitual en el cine de la época. Desde los paisajes rurales de Escocia hasta las bulliciosas calles de Londres, las localizaciones aportan autenticidad. Hitchcock también experimenta con la iluminación y los encuadres, creando atmósferas de misterio y peligro.
Más allá de su valor como obra de entretenimiento, la película ofrece un comentario sutil sobre las tensiones políticas y sociales de su tiempo. Ambientada en el período de entreguerras, refleja el miedo, real en aquel entonces, a la infiltración extranjera y las conspiraciones internacionales. La organización “Los 39 Escalones” representa estas amenazas percibidas, mientras que Hannay, un hombre común, representa la capacidad individual de enfrentarse a la adversidad.
Pero hay otros temas en la película. La constante huida de Hannay pone de relieve la fragilidad de la percepción pública y cómo una persona puede ser fácilmente malinterpretada, señalada o incriminada, un asunto más que actual hoy día. Asimismo, la relación entre Hannay y Pamela trata la idea de que la colaboración puede superar incluso las barreras más difíciles.
Otros elementos simbólicos están presentes en la película, desde la escalera que representa tanto peligro como descubrimiento, hasta la canción recurrente que actúa como pista clave en el desenlace. Estos detalles enriquecen la narración y demuestran la atención de Hitchcock a los matices.
La película fue un éxito comercial y de crítica, marcando un punto de inflexión en la carrera de Hitchcock y llamando la atención de Hollywood.
Con una trama intrigante, personajes memorables y una dirección magistral, la película es un contundente testimonio de la excelencia del cine clásico.