Pocas películas han logrado marcar un antes y un después en la historia del cine como Tiburón (1975), dirigida por un joven Steven Spielberg. Más que una simple película de terror, Tiburón se convirtió en el primer taquillazo de verano, redefiniendo las estrategias de distribución y mercadotecnia en Hollywood. Adaptada de la novela de Peter Benchley, la historia sigue a un grupo de hombres que intentan dar caza a un gigantesco tiburón blanco que aterroriza la isla turística de Amity. La película no solo aterrorizó a generaciones de espectadores y disuadió a muchos de bañarse en el mar, sino que también elevó a Spielberg a la categoría de director estrella y consolidó una fórmula casi infalible para el éxito de taquilla.
El proceso de producción de Tiburón es una historia en sí misma. Inicialmente, Universal Pictures había planeado un rodaje de 55 días con un presupuesto de 3,5 millones de dólares. Sin embargo, debido a problemas técnicos y dificultades logísticas, el rodaje se extenderá hasta los 159 días, con un costo final de aproximadamente 9 millones de dólares. Spielberg, quien en ese momento solo había dirigido un largometraje (Loca evasión -The Sugarland Express-, 1974), se enfrentó a un desafío monumental: rodar una película en el océano, con un tiburón mecánico que raramente funcionaba y un guion que se reescribía constantemente.
El tiburón, apodado Bruce por Spielberg en honor a su abogado, fue diseñado como un modelo animatrónico, pero su mal funcionamiento obligó al director a modificar su enfoque narrativo. En lugar de mostrar al tiburón constantemente, Spielberg recurrió a una técnica inspirada en el cine de Alfred Hitchcock: sugerir el peligro en lugar de mostrarlo. Este recurso, combinado con la icónica banda sonora de John Williams, generaba una tensión tan insoportable que convirtió a Tiburón en un thriller psicológico de primer nivel.
Uno de los mayores aciertos de Tiburón es la dinámica entre sus tres personajes principales: el jefe de policía Martin Brody (Roy Scheider), el oceanógrafo Matt Hooper (Richard Dreyfuss) y el cazador de tiburones Quint (Robert Shaw). Cada uno representa un enfoque distinto frente al peligro: Brody, el hombre común enfrentándose a lo desconocido; Hooper, el científico racional y analítico; y Quint, el hombre curtido por la experiencia y la obsesión.
Las diferencias entre ellos generan una tensión fascinante, especialmente en la segunda mitad de la película, cuando los tres se embarcan en la Orca para cazar al tiburón. Esta parte de la película se convierte en un relato de supervivencia, con ecos de Moby Dick , donde la lucha entre el hombre y la naturaleza se intensifica hasta un clímax memorable.
El monólogo de Quint sobre el hundimiento del USS Indianapolis es una de las escenas más impactantes del cine de los años setenta. La historia real del naufragio del barco estadounidense y el ataque de tiburones a los marineros sobrevivientes añade una capa de horror genuino a la película, y nos recuerda, de paso, que el miedo al océano no es solo un invento de Hollywood.
Es imposible hablar de Tiburón sin mencionar su banda sonora, compuesta por John Williams. La música es un personaje en sí mismo, con esas dos notas ominosas que crecen en intensidad a medida que el tiburón se acerca a su presa. Williams utilizó un leitmotiv simple pero efectivo, logrando que esas notas generen auténtica tensión en la audiencia.
Cuando Tiburón llegó a los cines en junio de 1975, se convirtió en un fenómeno de taquilla sin precedentes. Recaudó más de 470 millones de dólares a nivel mundial y se mantuvo como la película más taquillera de la historia hasta la llegada de Star Wars en 1977. Su éxito se debió en gran parte a una estrategia de marketing innovadora para la época: un lanzamiento en más de 450 salas simultáneamente y una campaña publicitaria centrada en la televisión.
Este modelo se convirtió en la norma para los grandes estrenos veraniegos, dando origen al concepto de blockbuster. Tiburón demostró que el cine podía ser un evento masivo, atrayendo multitudes a las salas y generando una fiebre mediática en torno a sus estrenos.
Uno de los efectos más inesperados de Tiburón fue su impacto negativo en la imagen de los tiburones. La película llevó a muchas personas a temer irracionalmente a estos animales, y en las décadas siguientes se produjo un aumento en la caza indiscriminada de tiburones, lo que afectó a varias especies. El propio Peter Benchley, autor de la novela en la que se basa la película, pasó los últimos años de su vida promoviendo la conservación de los tiburones, lamentando haber contribuido a su mala reputación.
La influencia de Tiburón en el cine es incuestionable. Se puede ver en numerosas películas de terror y aventuras, desde Alien (1979), que empleó una estructura similar de suspense, hasta Parque Jurásico (1993), donde Spielberg reutilizó la fórmula de un grupo de personas enfrentándose a una amenaza natural fuera de su control. La película también dio origen a una saga de secuelas, aunque ninguna logró replicar el éxito ni la calidad del original. Tiburón 2 (1978) se mantuvo en un nivel aceptable, pero Tiburón 3 (1983) y Tiburón: La venganza (1987) fueron fracasos tanto críticos como comerciales.
Tiburón no es solo una película de terror sobre un tiburón asesino; es un hito en la historia del cine. Con una dirección extraordinaria, una banda sonora inolvidable y una estructura narrativa que mantiene la tensión hasta el último minuto, la película sigue siendo una obra maestra del suspense.
Este año se cumplen 50 años de su estreno, y su influencia se mantiene. Tiburón sigue siendo el mejor ejemplo de cómo una producción llena de dificultades puede transformarse en un clásico.