En puertas ya del nuevo año es quizá un buen momento para hacer balance, sí, yo también, de lo sucedido en 2009. Sabemos ya que, como afirmó Zapatero en la felación politico-comunicativa que le practicaron en La Sexta hace unas semanas, “en 2010, bueno, en la segunda mitad del año, en el último trimestre, a principios de 2011, comenzará la recuperación”. Es noticia esta que me hace hervir el pecho de emoción. En el primer mes del próximo año, disculpadme la ministerial expresión, asaltamos la presidencia de turno en Europa lo que nos dará un protagonismo especial que, sinceramente, espero que nuestros queridos amigos europeos nos puedan llegar a perdonar.
Soy pesimista al respecto; me pasa un poco como decía Saramago, cuando afirmaba que quien es “optimista, o es estúpido, o es insensible, o millonario”. Yo no poseo ninguna de esas cuatro características, mientras que Saramago tiene, aunque creo que más, al menos una. Cosas de la industria del arte.
Como sabéis, 2010 comienza con la coincidencia planetaria de la que nos informaron hace meses. Me apena que la Cumbre de Copenhague no la hayan hecho en enero en vez de en diciembre, porque seguro que el resultado habría sido distinto. Con lo ocurrido en Dinamarca continuamos poniendo a nuestro planeta en grave peligro. Deberíamos reflexionar más profundamente sobre esto porque como dijo el filósofo “la Tierra pertenece al viento”.
No diré nada hoy ni de Aido, ni de Pajín, ni de Sinde, ni de Chaves, ni de ninguno de éstos. Durante ya demasiado tiempo han demostrado que mienten más que el endocrino de Falete. Tampoco dedicaré tiempo ni espacio a esos chicos que sólo dicen cosas absurdas porque militan en el limbo; así que ni una palabra para quienes piden al Rey el advenimiento de la República y luego lo llaman para resolver problemas del Ministerio de Exteriores o tienen la solemne y trascendental ocurrencia de llevar al Congreso una proposición no de ley para reprobar al Papa por unas declaraciones que hizo en África. Tampoco quiero dedicar nada a los diversos representantes de lo más digno del siglo XIX que queda en el XXI: el nacionalismo. Ni siquiera quiero pensar que son unos antiguos, o menos finamente, unos retrógrados.
Unas palabras para el principal partido de la oposición. ¡Qué espectáculo nos estáis dando! Juego no dais, pero espectáculo, de sobra. Porque si bien es verdad que realizáis una oposición dura y en ocasiones feroz, no es menos verdad que os la hacéis entre vosotros, entre las diversas cuadrillas que habéis ido conformando dentro de vuestro partido. Deberíais pensarlo, pero sé que os cuesta.
Ha sido un año interesante, con grandes victorias para nuestro país. La Eurocopa de baloncesto, la Copa Davis, el numero 1 de Nadal, el anillo de Gasol, el fichaje de Alonso por Ferrari, la película de Almodóvar, Ágora, la Ley del Aborto y las Pajas, la brillante resolución de los casos Alakrana y Haidar, la Ley de Economía Sostenible, etc.
Pecata minuta han sido los casos de corrupción que hay abiertos, con unos mil representantes públicos imputados. Son una inmensa minoría que sólo vienen a demostrar lo requetebién que funciona nuestro sistema judicial. Deberíamos estar contentos. Pocos países de nuestro entorno tienen tan alto número de imputados y detenidos.
Nota aparte merece el caso del señor Díaz Ferrán, presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, es decir, el presidente de los empresarios. Su empresa Air Comet ha cerrado de un día para otro dejando varios cientos de empleados en la calle y varios miles de pasajeros sin poder volar a sus destinos, después de, eso sí, haberles cobrado el importe de los billetes. Hay quien dice que este señor debería dimitir del cargo después de la quiebra. No sé, a mi me parece que por fin el presidente de la CEOE está en condiciones de representar al menos a una parte del empresariado. De todos modos me parecen exageradas algunas declaraciones que he oído en el sentido de que su caso puede poner en peligro la concertación social. Como diría un progresista, voy a hacer una reflexión: si la CEOE ya no representa a los empresarios, si los Sindicatos nunca han representado a los trabajadores y si el Gobierno no representa los intereses generales sino los de los partidos nacionalistas y regionalistas que le han salvado los presupuestos, ¿dónde está el peligro? Si no hay objetivo no existe el fracaso. Si nadie representa a nadie no puede haber objetivo.
Si 2009 ha sido el año de la pedagogía, la razonabilidad y la solidaridad, 2010 va a ser el de la sostenibilidad. Y también será 2010 un buen año para la Memoria Histórica. Olvidémonos ya de la tumba de Lorca y centrémonos en las reparaciones a los moriscos por su expulsión hace 400 años.
En fin, os desearía a todos un feliz y próspero año 2010, pero mi sentido de la realidad no me deja más que desearos un ¡Feliz y Paciente 2010!