Cagar en el campo.

Alarde de catetismo periodístico insuperable. Esta es la noticia destacada de la portada de la gacetilla digital. Con la equidad a la que ya nos tienen acostumbrados semejantes mamarrachos no ponen enlace a la propuesta reguladora pero si a las alegaciones de la oposición. Por cierto, que al estudiante que firma alguien le debería explicar la diferencia entre un “pueblo eminentemente agrícola” y un “pueblo inminentemente agrícola”.

Aquí tenéis el enlace: Un alcalde del PP prohíbe a los niños jugar a la pelota y a los jornaleros defecar en el campo.

El corazón de las tinieblas (“Heart of darkness”). Joseph Conrad, 1899.

“¡Ah! ¡el horror! ¡el horror!”.

Este polaco que pasó su infancia en Kiev y su adolescencia en Cracovia supone una de las más altas cotas de la literatura inglesa. No es hasta los 21 años y desconociendo el idioma que toma contacto con Inglaterra, a cuyo servicio marítimo ingresa en 1878.

 

“El corazón de las tinieblas” es, ante todo, una profunda reflexión sobre la naturaleza humana, sobre el bien y el mal, que no son sino conceptos humanos, y sobre qué nos ocurre cuando dejamos de sentir sobre nosotros el nudo corredizo que el mundo civilizado pone en nuestro cuello. A través del viaje físico, remontando el río Congo, en busca de Kurtz, nos invita Conrad a presenciar el viaje interior de Charles Marlow, en un constante movimiento geográfico y psicológico que lo va acercando al personaje al que busca.

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¿Escampa?

Nos cuentan en estos días que la borrasca socialista ha terminado y se aproxima un anticiclón que traerá sus primeros calores durante la próxima primavera. Como ya ha escampado han vuelto a sacar de paseo al infatuado Zapatero, de quien bien sabemos ya que es inicuo pero no inocuo.

En la abigarrada muestra de progresismo vista en Granada los últimos días al amparo del Congreso del PSOE-A comercializado bajo el síndrome del nuevo tiempo hemos podido ver al ya mencionado Zapatero, pero también a Chacón, Zarrías, Chaves, Rubalcaba, etc. Quizás nuevo tiempo, pero desde luego viejos odres.

Hace unos días he vuelto a leer el “Pigmalión” de Bernard Shaw, y la sensación que me ha dejado es que lo que pasa en el PSOE-A no difiere gran cosa de la historia de Eliza Doolittle y el profesor Higgins. Ya saben, el profesor la recoge de los arrabales y la transforma en una señorita, en alguien que pueda hacerse pasar por aristócrata, y lo consigue. Pero al final ella toma conciencia de sí misma y enfila su propio camino. Podéis ver la versión musical en “My fair lady” y la versión poetizada en cualquier noticiario de Canal Sur, “la nuestra”.

Entre los panegíricos de su aparato y las censuras de los aparatos de otros, nuestra Eliza –Susana Díaz- me va recordando cada día más al más loco caballero de la literatura universal, que no tenía rival en cuanto al brío en acometer, aliento en el perseverar, destreza en el herir y maña en el derribar.