Hoy quiero hablar de sexo. Si, sexo. Veréis, no es que vaya a contar alguna de las mil aberraciones que se me ocurren sobre el asunto o loar mi ya extinta capacidad amatoria. No, no va de eso. Es que me acabo de enterar que existe un palabro, inglés, sistólico y contraído, naturalmente, como todo lo que se pone de moda en este bobo mundo digital: sexercise. Obtengo la primera información de tan vital cuestión en el católico diario ABC.
Un grupo de científicos de la Universidad de Quebec, sin nada mejor que hacer, según parece, decidió experimentar sobre las diferencias en el consumo energético existentes entre hacer pesas y echar un polvo. Como el periódico es como es ya en el segundo párrafo cambian el término “sexo” por la expresión “hacer el amor”, aunque según yo recuerdo no es necesariamente lo mismo. Bueno, a lo que vamos, la conclusión científica es que media hora de práctica amoroso-sexual quema casi las mismas calorías que quince minutos corriendo. Los hombres consumen unas 120 calorías y las mujeres unas 90 en ese lapso de tiempo. No se aporta información sobre si ese consumo está directamente relacionado con la capacidad activa o pasiva de cada cual y también carecemos de datos sobre sexo homosexual.
La muestra han sido 20 parejas “jóvenes y sanas”, de entre 18 y 35 años, que una vez por semana y durante un mes se han ejercitado, tanto sexual como gimnásticamente, para tan notable experimento. Lamentablemente no he conseguido obtener información acerca de si la parte carnal del estudio se producía siempre con la misma pareja o era posible cambiar. Supongo que sería con la misma porque el cambio probablemente trajera consigo un incremento en el número de calorías consumidas por cuestiones de prima passione.
Finalmente, los conejillos y conejillas de indias rellenaban un cuestionario para recabar diversos datos de interés para las conclusiones del estudio. Uno de ellos revela, sin duda, la normalidad absoluta de los participantes puesto que subrayan como más apreciada la actividad sexual que el ejercicio en la cinta.
Con ser, como es, muy interesante el asunto a mí me quedan muchas dudas sobre el sexercise. Por ejemplo, ¿se pueden extraer resultados para población de edades distintas a las de la muestra? ¿La masturbación, la felación o el cunnilingus cuentan como sexercise? El sexo anal entiendo que sí puesto que los principios físicos que habrá que poner en uso son básicamente los mismos que para el sexo vaginal, o como bien podría decir el periódico en cuestión, el sexo decente, el de toda la vida.
En fin, los estudios científicos están ahí para procurarnos progreso y bienestar (hace unos años ya relaté en la parte final Las noticias un interesante descubrimiento que creo que no ha sido justamente valorado) y para ofrecernos explicaciones a preguntas como la que me hacen mis hijos: papá, ¿por qué no has sido un buen padre?