El colonialismo moderno, también conocido como la era de los descubrimientos o de la expansión, tuvo sus orígenes en el siglo XV, y fue impulsado por varios factores políticos, económicos, religiosos y tecnológicos. Portugal y España lideraron, inicialmente, este movimiento.
Los portugueses estaban interesados en encontrar una ruta marítima directa a Asia para acceder a las especias y otros bienes preciados, impidiendo así a los intermediarios de la ruta terrestre. Bajo el patrocinio de Enrique el Navegante y otros monarcas portugueses, los navegantes y exploradores portugueses comenzaron a aventurarse más al sur a lo largo de la costa oeste de África. Bartolomeu Dias rodeó el Cabo de Buena Esperanza en 1488, y Vasco da Gama llegó a la India en 1498, proponiendo la ruta marítima directa tan deseada. A lo largo del tiempo, Portugal estableció colonias en lugares como Madeira, Azores, Brasil, Mozambique, Goa (India) y Macao (China).
Al igual que Portugal, España buscaba una ruta directa a Asia. Además, había un deseo de expandir el cristianismo. Cristóbal Colón, patrocinado por los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, realizó su famoso viaje en 1492 con la intención de encontrar una ruta hacia el oeste a Asia. En su lugar, se descubrió el continente americano. Después del viaje de Colón, otros exploradores españoles como Hernán Cortés y Francisco Pizarro conquistaron grandes imperios en el Nuevo Mundo, como el Imperio Azteca y el Imperio Inca, respectivamente. El imperio colonial español en América se expandió rápidamente, abarcando vastos territorios desde el actual sudoeste de EE.UU. hasta la Patagonia en América del Sur. Filipinas en Asia también se convirtió en una colonia española.
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