En 1959, la legendaria productora británica Hammer Films decidió abordar una de las historias más conocidas de Sherlock Holmes, El sabueso de los Baskerville, bajo la dirección de Terence Fisher. Con la participación de Peter Cushing en el papel del detective más famoso de la literatura, la película ofreció una versión única y estilizada del clásico de Arthur Conan Doyle. Con un enfoque gótico y elementos de terror, la Hammer transformó una historia detectivesca en algo mayor, más inquietante y visualmente impactante.

Hammer Films, conocida por sus reinterpretaciones de los monstruos clásicos del cine, como Drácula (1958) y La maldición de Frankenstein (1957), había convertido el horror en su especialidad. La compañía se caracterizaba por la utilización de colores vibrantes, ambientaciones opresivas y una estética de terror gótico que redefinió el género. Con El sabueso de los Baskerville, la Hammer llevó ese mismo estilo a la narrativa de Holmes, incorporando un tono sombrío y elementos de horror en una historia tradicionalmente enfocada en el misterio y la deducción.

La productora vio en El sabueso de los Baskerville una oportunidad para fusionar el suspense detectivesco con esas atmósferas de terror que tanto éxito le había brindado. La película no se conformó con ser una adaptación fiel del material original, sino que adquirió identidad propia, explotando los aspectos más siniestros de la historia y potenciando la sensación de amenaza constante.

Entre los muchos actores que han interpretado a Sherlock Holmes en el cine, siempre he considerado a Peter Cushing como uno de los más fieles al espíritu del personaje. Y no soy el único. Su versión del detective es meticulosa, racional y, a la vez, ligeramente arrogante, lo que refuerza la imagen de un hombre de ciencia y razón enfrentado a un mundo donde la superstición y el misterio acechan.

Uno de los aspectos más fascinantes de la interpretación de Cushing es su atención al detalle. Como un ferviente admirador de la obra de Arthur Conan Doyle, el actor se involucró en la producción para asegurar que su versión de Holmes fuera lo más auténtica posible. Elementos como la vestimenta, la postura y hasta la forma en que manejaba la pipa se diseñaron cuidadosamente para caracterizar al famoso detective de Baker Street.

En la película, Holmes es representado como un hombre de acción, enfrentándose a los desafíos con una determinación inquebrantable. A diferencia de otras interpretaciones más pausadas, Cushing imprime dinamismo al personaje, haciendo que su Holmes tenga una presencia electrizante. Con ello consiguen que la película mantenga un ritmo ágil, evitando que la historia se estanque en largas explicaciones y diálogos expositivos.

Desde los primeros minutos de la película, el tono gótico y siniestro queda perfectamente establecido. La historia se inicia con un flashback que muestra la cruel historia de Sir Hugo Baskerville, cuya brutalidad desata la supuesta maldición que cae sobre su linaje. Esta escena, cargada de sombras, velas y una atmósfera enrarecida, muestra el tono que Fisher mantendrá a lo largo del film.

El entorno en el que se desarrolla la historia es otro de los grandes aciertos de la película. Los páramos desolados y envueltos en niebla, las ruinas inquietantes y la decadente mansión de los Baskerville son elementos que refuerzan la sensación de opresión y peligro. La Hammer aprovechó al máximo estos escenarios, potenciándolos con una fotografía en Technicolor, a cargo de Jack Asher, que resaltaba los contrastes entre la luz y la oscuridad, para elevar la tensión y el misterio.

El terror gótico de la película no solo se expresa en su estética. La historia de la maldición de los Baskerville es tratada con un aire de fatalidad, como si la muerte fuera un destino ineludible para los descendientes de la familia. Los personajes secundarios contribuyen a esa sensación de amenaza latente. Christopher Lee, en el papel de Sir Henry Baskerville, ofrece una interpretación alejada de sus habituales papeles de villano, mostrando a un hombre atormentado por su herencia maldita. André Morell, como el Doctor Watson, aporta una versión más competente e inteligente del personaje, alejándose de la imagen cómica que algunas adaptaciones previas habían creado.

Otro de los aspectos más interesantes de la película es la forma en que maneja la presencia del sabueso. En la novela original, el perro es una criatura terrorífica que parece tener un origen sobrenatural, pero que al final es revelado como parte de un elaborado engaño. En la película, Fisher opta por mantener la ambigüedad durante gran parte del metraje, ocultando la criatura y sugiriendo su presencia mediante efectos. El uso del fuera de campo y los aullidos en la distancia contribuyen a generar una sensación de temor en el espectador, dejando que nuestra imaginación complete la imagen de la bestia. Este recurso es una clara muestra de la maestría de Fisher en la creación de suspense y su capacidad para trabajar sutilmente el terror, sin necesidad de recurrir a efectos visuales excesivos.

Tras su interpretación en El sabueso de los Baskerville, Peter Cushing retomó el papel de Sherlock Holmes en la serie de televisión de la BBC Sherlock Holmes (1968). En esta producción, Cushing demostró nuevamente su profundo conocimiento del personaje, ofreciendo una interpretación más detallada y matizada del detective. Aunque la serie no tuvo de la misma popularidad que otras adaptaciones, sigue estando entre mis favoritas por la fidelidad con la que abordó las historias originales de Conan Doyle y por la capacidad de Cushing para encarnar la inteligencia y frialdad de Holmes con gran precisión.

A pesar de su calidad, El sabueso de los Baskerville no obtuvo el éxito de otras producciones de Hammer en su momento, lo que impidió que la compañía continuara con otras historias de Sherlock Holmes.