El lenguaje es, entre otras cosas, un sistema de proyección de la realidad, por tanto un reflejo de lo social. Y al igual que la realidad, ocurre también que nuestra lengua se rige por un principio económico, en este caso el que nos evita explicitar lo implícito. Dicho de otro modo, el que nos evita tener que desdoblar un término cuando implica cuestiones relacionadas con el género (que nada tiene que ver con el sexo).
Además el lenguaje es un sistema contextual. Es decir, el contexto determina la forma en que captamos el mensaje. Existe un contexto lingüístico, también el contexto del emisor, y, por supuesto, el contexto del receptor. Y resulta que eso que se llama sexismo lingüístico, no está en el lenguaje, sino bien en el emisor, bien en el receptor.
Ahora tenemos el caso del término “criatura” que el Ministerio de Sanidad, a través de una cosa que se llama Estrategia Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, quiere que sustituya al término “bebé”. A juicio de quienes se ocupan de esto en el Ministerio “criatura”, aunque de género femenino, no tiene marca de sexo, mientras que “bebé” parece ser que sí.
Continue reading “Criaturas lingüísticas.”